Me han conmovido los mensajes que por aquí han aparecido diciéndome que les gustaba el blog.
Me han tocado algo, no sé muy bien el qué, pero algo bueno, sin duda, los mensajes y mails que me pedían que cesara en mi silencio bloggero.
Me he levantado hoy, o mejor dicho, me he ido a acostar hoy y he sentido que no podía no escribiros lo único inteligente que este blog os puede dedicar.
No debes serlo, no debes ser un perdedor, ni siquiera un perdedor con Ray-Ban, que es la versión mítica de un perdedor. Ser un perdedor es no saber seguir cuando las cosas funcionan, sentirse mal porque tienes la suerte de cara, o peor aún, ser un perdedor es sentirse mal porque tienes la suerte que mereces. Ya que me habéis escrito pidiéndome un retorno del silencio os haré una confesión: Escribo buenos relatos y malos guiones... ¿sabéis por qué ocurre eso?, porque me merecería que fuese al contrario, porque a las películas las he dedicado mi vida y a los libros, solamente el tiempo que sobraba. Provocarse eso, aunque sea de forma inconsciente, es ser muy perdedor.
Un psicólogo al que nunca os recomendaría acudir me dijo una vez “Tú eres uno de esos tipos que no cogería un billete de 500 euros tirado en mitad de la calle porque pensaría que no se lo merecería”. Lo peor de todo es que tenía razón.
Este blog ya contó esto hace tiempo, quizá lo hizo de manera muy cobarde pese a que creo que aquel relato fue el mejor de todas las cosas que aquí se han escrito (el relato). Este blog ya contó esto, decía, pero esta noche, o esta mañana, sentía que debía contarlo más claramente por si aquella vez alguien no estuvo, o por si alguien estuvo y no se dio cuenta de lo que no debía ser.
Me han tocado algo, no sé muy bien el qué, pero algo bueno, sin duda, los mensajes y mails que me pedían que cesara en mi silencio bloggero.
Me he levantado hoy, o mejor dicho, me he ido a acostar hoy y he sentido que no podía no escribiros lo único inteligente que este blog os puede dedicar.
No debes serlo, no debes ser un perdedor, ni siquiera un perdedor con Ray-Ban, que es la versión mítica de un perdedor. Ser un perdedor es no saber seguir cuando las cosas funcionan, sentirse mal porque tienes la suerte de cara, o peor aún, ser un perdedor es sentirse mal porque tienes la suerte que mereces. Ya que me habéis escrito pidiéndome un retorno del silencio os haré una confesión: Escribo buenos relatos y malos guiones... ¿sabéis por qué ocurre eso?, porque me merecería que fuese al contrario, porque a las películas las he dedicado mi vida y a los libros, solamente el tiempo que sobraba. Provocarse eso, aunque sea de forma inconsciente, es ser muy perdedor.
Un psicólogo al que nunca os recomendaría acudir me dijo una vez “Tú eres uno de esos tipos que no cogería un billete de 500 euros tirado en mitad de la calle porque pensaría que no se lo merecería”. Lo peor de todo es que tenía razón.
Este blog ya contó esto hace tiempo, quizá lo hizo de manera muy cobarde pese a que creo que aquel relato fue el mejor de todas las cosas que aquí se han escrito (el relato). Este blog ya contó esto, decía, pero esta noche, o esta mañana, sentía que debía contarlo más claramente por si aquella vez alguien no estuvo, o por si alguien estuvo y no se dio cuenta de lo que no debía ser.
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