Te echo de menos

Hoy podría sentarme a hablar de muchas cosas: de la manifestación a la que he ido a decir “en mi nombre, sí”, de la gente que he conocido hoy o del ciclo de Mario Bava que me estoy metiendo entre pecho y espalda todas las noches. Sin embargo, hoy no puedo hablar de ninguna de esas cosas porque voy a hacerlo de la más importante de todas; hoy me he tumbado en el suelo y he hablado durante casi una hora con mi hermana.
Hacía tiempo que no ocurría y lo echaba de menos casi tanto como la echo de menos a ella. Es la chica de la foto, ¿verdad que es encantadora?... Realmente no nos une ningún parentesco (gracias a dios para ella). Nos conocimos hace mucho tiempo en algún lugar al que no pertenecíamos ninguno y quizá por eso decidimos pertenecernos el uno al otro. Últimamente habíamos perdido el contacto, ella ha vivido en demasiados lugares lejanos y yo me he perdido mucho en la maraña de papeles que inunda mi cuarto, a pesar de todo siempre he sabido que cuanto más lejos vivía ella y cuando más me perdía yo, peor era mi vida porque me faltaba un lugar al que pertenecer.
Una vez escribí un gilipollez que ganó un premio literario y que dió origen a otra gilipollez que a su vez está sirviendo para que ahora esté escribiendo una todavía mayor, en ella el protagonista decía que acababa de hablar con su hermana y que estaba alegre por que ella acababa de escalar una montaña. Supongo que ninguno lo entenderéis, pero eso es, en definitiva, lo mejor de ella.
Por eso dejo su foto hoy, para que me perdone todas las veces que no puedo verla y para pedirla que volvamos a tumbarnos en las alfombras y a llamarnos. No quiero volver a vivir sin escuchar las historias de las montañas que ella escala sin darse cuenta.
Por cierto, no voy a contar la historia de cómo nos conocimos pero diré que ella llevaba un libro de Ray Loriga... ¿otro guionista con Ray-Ban?