Sunday, August 19, 2007

Después de las coletas (toca ponerse profundo)

No sé a dónde conducirá esto que escribo hoy, pero llevo horas pensando y me parece una pena no dejar constancia escrita de un hecho tan insólito.

Hace tiempo, un amigo que ya no lo es tanto me dijo una frase que todavía recuerdo: “La culpa de todo la tiene la MTV”.

Anoche, después de meterme en la cama tras haber escrito sobre la rubia con coletas y después de volver a intentar dormir, estuve dándole vueltas a la frase de mi amigo. Hacía unas horas que estaba trabajando con la tele encendida, y cambiando de canal para buscar algo que me mantuviera entretenido, di con un programa del corazón en el que salían tres mujeres de largas piernas, generoso escote y trajes mínimos. Lo dejé puesto.

Llegados a este punto, necesito hacer una pregunta que no es sino una confesión encubierta. ¿Qué hace que un tipo como yo, al que se le presuponen algunas de las peores y más snob virtudes, se quede embobado viendo a las tres chicas?.

Perdón, la pregunta no solamente está mal formulada, encima ha sido hecha de modo cobarde. Vuelvo a intentarlo.

¿Qué hace que un tipo como yo, que ya va teniendo una edad, al que cada día le crece la barriga un poco más, que hace tiempo que olvidó la última vez que una mujer le miró por la calle y que ya va camino de tener edad de ser el hermano mayor de la mayoría de mujeres solteras (y deseables) que conoce, mire esa imagen (tres chicas, tres escotes, tres pares de piernas, tres vestidos) y le entre cierta de culpa de no haberse adherido a esa extraña “cultura de la noche” que vende la televisión a todas horas?.

“Cultura de la noche”, por ahí vamos por buen camino... Hace tiempo que por televisión sale gente bien vestida, o vestida para llamar la atención, que no es lo mismo, y gran parte de lo que hablan es de lo que hizo quién aquella noche o de lo que hizo cuál en aquella fiesta. Siempre hay alguien en televisión que hizo algo por la noche, o lo que es lo mismo, siempre hay alguien que hizo algo que el mundo considera interesante a la misma hora a la que yo luchaba con mi insomnio.

¿Por qué una imagen de televisión, basada en "brillos y tacones", hace que pueda deprimirme o, al menos, replantearme mi vida? Y no soy el único, “La culpa de todo la tiene la MTV” la dijo un amigo que ya no lo es tanto mientras veía una imagen parecida en la tele y cuando hacía solamente unas horas que había dejado a su novia.

Breve paréntesis que luego espero recuperar para algo útil: En mis varias visitas a consultas de psicólogos he terminado aprendiendo que “excitación” es la palabra que usamos en lugar de “ansiedad” cuando, en la ecuación gramatical, hay una erección en juego. ¿Qué quiero decir con eso?, que todo se basa en generar ansiedad...

Pertenezco a una generación de hombres muy complicada (al menos en el terreno sexual). Crecí ignorando lo que era un tanga, mi primera novía (con la que estuve mucho tiempo y a la que le deseo tantas cosas malas que podría llenar un blog) no es que no los usara, es que ni siquiera podría pensar en usar algo que solamente parecía estar destinado a aparecer en las películas X. 10 años más tarde, su uso se ha normalizado.

Hace poco una peluquera comentaba nerviosa a mi chica lo asustada que estaba ante el volumen de trabajo que le producía la moda de que muchas mujeres hayan decidido llevar el vello púbico rasurado. No sé si la peluquera mentía pero cuando esa historia llegó a mis oídos no pude por menos que pensar “¿De verdad hemos llegado ahí?”.

Último ejemplo... Todavía estoy sonrojado por una confesión que una amiga me hizo hace bastantes meses: “Me encanta meterme en la cama con tacones”.

Y así podría seguir y seguir pero temo parecer un retrogrado y que además parezca que no me gustan los tres temas sobre los que intentaba construir un malogrado ejemplo (claro que me gustan, todavía).

Decía que el sexo es ansiedad, que la seducción es producir en el contrario la necesidad (la agitación, la inquietud, la zozobra en el ánimo, que diría el DRAE) de uno mismo. La tele lo hace, y gracias a ella, lo hacemos todos. La televisión propone una “cultura de la noche”, o mejor dicho, “una cultura de follar sin importar cómo ni cuándo pero importando el estar guapo” y vamos todos detrás y solamente hay que salir a la calle y tener dos dedos de frente para transformar esa odiosa frase machista de “esa niña de 15 años va vestida como una puta” en “esa niña de 15 años ve Gran Hermano” o “esa niña de 15 años ve la MTV”, para así redondear un texto sin sentido.

Perdón, me he perdido, ya decía yo que un hecho tan inaudito como que yo piense no podría llevar a nada bueno. Solamente que creo haberme encontrado en algún par de puntos y sobre ellos quiero terminar:

- Poner cachond@, sí claro (sí, nos-ha-jodido), pero haciéndolo conscientemente y por gusto. Además, recordar que hay que dejar determinados privilegios a Hugh Hefner, que se los ha ganado.
- Menos depilarse y menos chorradas y más follar sin complejos, que la televisión de ahora es la iglesia católica del ayer.

Dicho esto, cierro la entrada. Perdón por ponerme profundo, no lo volveré a hacer.

P.D./ accidentalmente he mandado a blogger una marca de que mi blog “tiene contenido de dudosa reputación”. Me encanta.

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