Que servidor está zumbado es algo que salta a la vista. Lo que quizá no haya contado es que ese regalo de la naturaleza se debió a un colegio de curas que me dejó así. Tuve una infancia bastante poco propia de mi época, que recordaba más a la España de los 40 que a la de la democracia recién estrenada y de niño vi cosas que hoy me cuesta olvidar, como chicos sangrando por la nariz por golpes de sus tutores, profesores que apenas sabían de lo que hablaban o antiguos curas luego casados de penalty que respondían “cuando el sabio señala a la luna, el tonto mira al dedo” ante las preguntas de sus alumnos.
Hoy no he dormido recordando historias que creía olvidadas y caras de las que casi no me acuerdo. La culpa la tiene haberme encontrado con la cara del tipo ese de 30 años que dicen va a plantarle cara a Florentino Pérez en las elecciones del Real Madrid y que tiene un programa tan estrafalario como faltas de ortografía tiene su web, y descubrir que le conozco, que le conozco de aquellos tiempos, que me acuerdo de su mote y de muchas otras cosas, y que hace que hubiese deseado no abrir ayer ni el Marca ni el As.
Ahora, tras la noche de insomnio, pienso en el ridículo que aquellos curas maltratadores hicieron que lleváramos impresos en la sangre, en que ninguno de nosotros se podrá tomar jamás en serio, y que el que lo haga, corre el riesgo de acabar como éste o como yo o como los protagonistas de las muchas historias en que han terminado las vidas de los niños que jugaban en aquel patio de colegio junto a un guionista con Ray-Ban y a un candidato a la presidencia del Madrid.
Por favor, matadnos a todos y hacedlo pronto. Esto es insoportable.
Hoy no he dormido recordando historias que creía olvidadas y caras de las que casi no me acuerdo. La culpa la tiene haberme encontrado con la cara del tipo ese de 30 años que dicen va a plantarle cara a Florentino Pérez en las elecciones del Real Madrid y que tiene un programa tan estrafalario como faltas de ortografía tiene su web, y descubrir que le conozco, que le conozco de aquellos tiempos, que me acuerdo de su mote y de muchas otras cosas, y que hace que hubiese deseado no abrir ayer ni el Marca ni el As.
Ahora, tras la noche de insomnio, pienso en el ridículo que aquellos curas maltratadores hicieron que lleváramos impresos en la sangre, en que ninguno de nosotros se podrá tomar jamás en serio, y que el que lo haga, corre el riesgo de acabar como éste o como yo o como los protagonistas de las muchas historias en que han terminado las vidas de los niños que jugaban en aquel patio de colegio junto a un guionista con Ray-Ban y a un candidato a la presidencia del Madrid.
Por favor, matadnos a todos y hacedlo pronto. Esto es insoportable.
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