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Debajo de nuestras piernas había metros y metros. Estábamos sentados en la cornisa, con los pies colgando sobre el vacío.
Javi encendió dos cigarros a la vez y me pasó uno.
- Hay dos tipos de personas, a los que les han partido la cara y a los que todavía se la tienen que partir.
Quise preguntarle a qué tipo de personas pertenecía yo, pero no me atreví y, en su lugar, le pregunté que por qué lo había hecho.
- ¿El qué?, dijo Javi
- Ya lo sabes
Tiró el cigarro al vacío y se apartó del borde, como si temiera que le fuesen a empujar.
- Me apetecía. Tenía ganas de probarlo
Yo también tiré el cigarro y también me levanté. Nos encaminamos a la puerta.
- ¿Y si yo también lo pruebo?
- No te lo recomiendo, el suicidio es un lugar solitario.