A veces las buenas noticias llegan en los peores días, aunque cuando eso ocurre a uno le da igual cualquier noticia.
Ayer al llegar a casa tenía la limitadísima edición de Blade Runner con 5 discos, maletín, postales, unicornio de plástico, cochecito de Deckard y cien cosas más entre las que alguien se ha olvidado incluir el vibrador de Pris. Me alegro de tenerlo en casa, aunque lleve desde anoche tirado encima del sofá porque ya no tengo espacio para más DVDs, eso sí, a mi edición le sobran 4 discos ya que no creo que vea más que la versión de 1982, con voz en off y final feliz. Ridley Scott podrá contar lo que le salga de las narices, pero su primera versión ya era genial, ya se convirtió en película de culto y si él nunca ha sabido que las historias se cuentan para contar las cosas buenas que le pasa a alguien tampoco pasa nada porque se lo enseñase su productor.
Blade Runner siempre ha sido una de mis películas favoritas, no voy a explicar eso, ¿no?, pero constantemente me he cruzado con gente que ha intentado hacérmelo olvidar. ¿Hay acaso otra película con una legión de seguidores tan desleales para con ella misma?. En primer lugar me saturan, siempre lo han hecho, aquellos fans de la peli para
los que el que Deckard sea un replicante es lo más importante de todo, que todo hay que decirlo, siempre son informáticos, ingenieros o vete a saber qué enfermedad universitaria (no es que odie a los informáticos, que también, es que odio a cualquiera que haya pasado por las universidades. yo mismo, por supuesto)… a mi me da igual lo que sea Deckard porque lo que más importa es que está enamorado de alguien a quién no tiene tiempo de amar y con ese balón en juego da igual que sea un robot o un vendedor de salchichas. Luego, están los pesados de la voz en off y el final feliz, lo que me parece muy bien porque alguna parte de razón seguro que tienen, pero que me ponen de los nervios porque hablan de la versión del 82 como si fuese la peor película del mundo.
Hay pocas cosas en el mundo que me hayan gustado tanto como Blade Runner, pero también hay cosas de las que me apetezca hablar menos.
Ayer al llegar a casa tenía la limitadísima edición de Blade Runner con 5 discos, maletín, postales, unicornio de plástico, cochecito de Deckard y cien cosas más entre las que alguien se ha olvidado incluir el vibrador de Pris. Me alegro de tenerlo en casa, aunque lleve desde anoche tirado encima del sofá porque ya no tengo espacio para más DVDs, eso sí, a mi edición le sobran 4 discos ya que no creo que vea más que la versión de 1982, con voz en off y final feliz. Ridley Scott podrá contar lo que le salga de las narices, pero su primera versión ya era genial, ya se convirtió en película de culto y si él nunca ha sabido que las historias se cuentan para contar las cosas buenas que le pasa a alguien tampoco pasa nada porque se lo enseñase su productor.
Blade Runner siempre ha sido una de mis películas favoritas, no voy a explicar eso, ¿no?, pero constantemente me he cruzado con gente que ha intentado hacérmelo olvidar. ¿Hay acaso otra película con una legión de seguidores tan desleales para con ella misma?. En primer lugar me saturan, siempre lo han hecho, aquellos fans de la peli para
los que el que Deckard sea un replicante es lo más importante de todo, que todo hay que decirlo, siempre son informáticos, ingenieros o vete a saber qué enfermedad universitaria (no es que odie a los informáticos, que también, es que odio a cualquiera que haya pasado por las universidades. yo mismo, por supuesto)… a mi me da igual lo que sea Deckard porque lo que más importa es que está enamorado de alguien a quién no tiene tiempo de amar y con ese balón en juego da igual que sea un robot o un vendedor de salchichas. Luego, están los pesados de la voz en off y el final feliz, lo que me parece muy bien porque alguna parte de razón seguro que tienen, pero que me ponen de los nervios porque hablan de la versión del 82 como si fuese la peor película del mundo.Hay pocas cosas en el mundo que me hayan gustado tanto como Blade Runner, pero también hay cosas de las que me apetezca hablar menos.
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